Los calendarios son el ejemplo más enfermizo de obsolescencia programada.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Querido Maestro Zen,
habito con diminutos mundos de lo que no asumo, y sumo y sumo, harto de paciencia escupo un discurso astuto, como buscandole a la cara el culo, y dudo que ninguno de los muchos trucos que uso me den un duro, pero aún así maduro, aunque sea duro, y de quince horas me paguen un tercio de lo echo, aprecio el trabajo serio, difruto del misterio de sueldos sin-ceros, abogo por los curros con pequeños, con crías de humano imperfecto, así corrijo mis virtudes y perfecciono mis defectos. Veo, veo, ¿qué ves? una cosita debajo de la cama, y no es un monstruo, es una puerta al sueño. Un abrazo fuerte desde Campamento Anguiano La Isla
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Querido Maestro Zen,
habito con diminutos mundos de lo que no asumo, y sumo y sumo, harto de paciencia escupo un discurso astuto, como buscandole a la cara el culo, y dudo que ninguno de los muchos trucos que uso me den un duro, pero aún así maduro, aunque sea duro, y de quince horas me paguen un tercio de lo echo, aprecio el trabajo serio, difruto del misterio de sueldos sin-ceros, abogo por los curros con pequeños, con crías de humano imperfecto, así corrijo mis virtudes y perfecciono mis defectos. Veo, veo, ¿qué ves? una cosita debajo de la cama, y no es un monstruo, es una puerta al sueño.
Un abrazo fuerte desde Campamento Anguiano La Isla
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