viernes, 6 de julio de 2012

El Fugu, el blues y la bilis

La bilis negra contiene el amargor de la peor cerveza, por eso hay que tomarla muy fría. Bien servida, con algo humeante que llevarse a la boca entre sorbo y sorbo, es un majar. Como aquel pescado japonés, el Fugu, cuyo sabor es sublime pero, mal cortado, mata. Mata, en serio. La bilis negra es blues, por hablar en colores. Saborearla es como sentarte a escribir la antología de tus peores pecados en un papel que acabará en la hoguera. Y cuando llega, se cierne como la sombra de una higuera. Fría, densa y llena de bichos. Dan ganas de salir a plaza del pueblo a gritar tus miserias, como si pudieses sacudírtelas, y herir a los demás con ellas. La bilis negra es un telón que se abre cuando quiere. Es blues. Es mierda que huele a perfume, como un canto habanero. Es, a veces, blues invertido. Perfume que huele a mierda, el blues de Nueva Orleans. La bilis negra invade y se pega. Dudablemente será soluble, si a caso, sudable. Busca resonancias en ti. Y se acopla, interfiere. La bilis negra deja rastro al reptar. Sale por los poros. A veces por la boca. A veces por el boli. Otras, ni si quiera sale. Puedes rechazarla, puedes negar su existencia. Puedes incluso decorar tus caballos con blasones rojos y negros, salir a la calle y declararle la guerra. Pero la bilis negra no quiere eso. Sólo quiere equilibrarte. La bilis negra es cien por cien de tu propiedad. Es más que eso, es parte de ti. Es la cara oscura de tu Puta Cabeza. Pura sinergía. Armonía de tus peores acordes, los que no llegan a sonar con todas sus notas. Pero si quieres tocarte un blues con ella, tendrás que aprender nuevas escalas, disonancias y tonos que no siempre te gustará escuchar. Descubrirás que es necesario que los toques, hermano. Así que pilla la guitarra y desafínala del todo. Tendrás que empezar de cero, vas a adoptar su tempo, lento, ciego esperpento que está en todo lo que tienes dentro. Y cuando oigas el sonido de las cuerdas titilando débiles y chocando contra la madera setecientas cuarenta y una veces por segundo, la bilis negra tirará de ti para que seas tú quien componga sus melodías. Las has compuesto tú. Sí, cierto, pero existe una situación con respecto a la cual tendrás que ser realista. Ese blues mata. Cuando lo escuches, córtalo bien. Mete el cuchillo sin miedo, no temas. Pero no yerres, no te lo puedes permitir. No rompas el saco visceral y asqueroso en el que el pescado guarda la bilis negra. Te matará. Es Fugu. Mata. En serio.

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