Hacer arte es antojo, no trabajo. Es cortarte, lacerarte, darte un tajo. Enajenarte, enjaularte, enjabonarte con ajo. Cerrarte los ojos con cerrojos de acero. Ser sincero. Entrar en el retrete del tren y retratarte. Entrenar, entretenerte, enterrarte. Hablar a solas, ir a Marte. Saltar las olas, asolarte. Salir al sol, solaparte. Y eso es sólo una parte. Tendrás que derrapar. O raparte. O sacarte la ropa y dejarla aparte. Partir el tiempo en secuencias, olvidar las consecuencias. Tener el corazón de letras y el cerebro de ciencias. Ir detrás de la razón, buscar vivencias. Alterarte la consciencia, la conciencia, la pasión, las experiencias. Descifrar el universo, con paciencia, verso a verso.
Es mear fuera del tiesto.
Es matar y ser honesto.
Es la nada y es el todo.
Es un modo, un pretexto.
Es el lodo y es el sexo.
Es un puto blues inverso.
1 comentario:
¿Un puto blues inverso? No disiento, pa mi es como una canasta desde el medio campo, sin fijar el blanco, de espaldas y soñando, viendo riendo al resto del elenco, esprando el contacto, entre pelota y aro, limpio o al marco, aunque es otra pasta, que no en sí la canasta, lo que en realidad me sana. Es la parábola, el arco, el ver reflejado en el ojo del adversario (o comisario) la intención de la bola, si le alivia o le agobia, labios que tiemblan, abierta la boca, que me miren de reojo pa ver si lo hice a posta. No lo hice, salió sola, canasta o carambola, o rebote sin gloria, hace rato que pasé de la bola. Reconozco que fue la trayectoria, la que me dió, por un instante, la sensación de victoria. romer
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