miércoles, 22 de abril de 2015

Plumas de ganso

¿Tú te crees todo esto? ¿Te crees que mereces también tú un arresto? ¿Te quieres vengar? ¿Tú te crees que rezar hace el resto? ¿Molesto? Te cuento: me tienes contento. Que sepas que soy la simiente del viento. Que sepas que entiendo que se pasa el tiempo. Que sepas que es prosa, que pesa, que miento. Y miento a menudo, me invento el momento. Me voy y me vengo, del verbo vengar. Me pierdo, me encuentro. Me muevo y me paro, del verbo parir. Me escribo, me leo. Me yergo y me siento, del verbo sentir. Me miro, me veo, me miento y me creo. A veces me meto, del verbo meter. A veces me salgo, del verbo salir. Me pongo a parir, me invento un mondongo, pospongo el momento, me paro, me siento y me pongo a escribir: suspenso. Me encuentro hasta tenso. Me censo en el club del incienso, me amanso, le como la oreja a la almohada, la dejo empapada, la canso. Y vuelan las plumas de ganso, lo siento. Y al día siguiente lo mismo, de vuelta al convento, al autismo, al descanso. Al triste remanso, al abismo, al sustento. Al momento Mi mayor, que es cinismo en el aliento, que es como la mala fama, que es como un bicho en la cama, que es como un puto dolor visto con gafas de aumento. Pero soy yo el inventor del argumento y la trama. Soy el que ayuno y disiento, el Neptuno en mi tormento. El autor de todo drama. Y contento.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo en mis mentiras. Me creo mis idas y venidas. La realidad está sumergida en un mar de saliva, digerida, absorvida y excretadas por ojetes sin salida, con pelos enredados a ambos lados, que dan forma de playdog a la cagada, forma divertida y rara. Que se queda pegada. Huele, se seca, pica y amarga. Una malla que tapa la forma real de la trama.

Cada uno su trama, y cada trama toma la forma de la lana que sale de la piel, de la sangre, de la llaga. Sea borrego, oveja o una puta cabra. La lana sale y se engarza entre sí. Se enreda, se enebra, se retuerce y se enrama. Protege la piel de la que mana, del frío, de la lluvia y de alguna que otra garrapata.
Mi almohada no es de pluma, es de lana.
Su olor amansa mi alma, saca la farsa, empaca la mala baba y la manda pa su casa. Yo, como tu, uso mi lana para urdir la trama que cubre mi cama.
Me rebozo en el gozo de soñar en un pozo, en lo más hondo, y cabo (del verbo caber) como un topo, ciego y solo. Oigo bichos y los como. No pienso en su infierno, en su tormento, pienso en mi sustento, en el aliento que me deja la quitina, canela fina.
Con ello aprendo, entiendo, me veo por dentro. Me oigo, me huelo, me siento. Me convenzo de que es cierto este concierto de tripas que tengo. Es el crujir del huerto, es el eco del viento, es el ritmo del agua que bebo. Sueño otra ruta mientras pico y me pesco, mientras soy congelado en seco, mientras voy del puerto al cesto, y mientras cuezo a fuego lento, soy pez en plato ajeno. Paciencia y padentro. Ala, ahí te lo dejo. Un beso maestro.

Anónimo dijo...

Hoy vuelvo, agotado, derrotado, al sueño de niño rico, de prestado del mundo sucio, del vicio, del ocio, sin sano juicio, Auspicio cabras flacas, tras sacar castas a canastas, de esta sarta de falacias, de redes, de mafias, familias de maras, telarañas. Y tu? Te acompañas? O vas solo a la batalla? El espejo del ascensor te devuelve la miarada, una llamada de atención, como una madre a estas horas... en el salón. "Como vienes, maricón, anda marcha pa tu habitación, que olor... apestas a alcohol. Y no se te ocurra vomitar en el colchón, usa la papelera, copón. Ay virgen santa, que hijo, que dolor, que santa paciencia tu padre y yo.

Y es verdad, por que poco o nada apredí, o eso quise entender. El ritmo social tiene una fuerte tic-tac, que hace vibrar, temblar, pero no de energía ni de amor, es de vergüenza y humillación a un ser... un concepto que el hombre a juzgado mayor que él, tras haberlo creado. The machine.

desde la periferia se oye el latir de Logroño, la luz reflejada en las nubes y se huele el hambre infinita. Aquí, aunque no estoy a salvo, lo veo todo màs claro.

un abrazzo caro.

Anónimo dijo...

Asomo por el agujero, huelo, veo. Si no temo al ave que acecha, soy presa fácil, cena hecha, a mesa puesta. Por eso hago flexiones en el borde del pozo, asomo y escondo. No es fácil ser perro, y menos en una pradera en la que no hay maleza, ni árbol, ni piedra, ni una puta hierba. El cielo azul, despejado, augura comida segura, pasto fresco, agua limpia, aire puro. Pero sigo sin fiarme. Ahora medito, maqueto y me edito. Publico con cuidado, miro cada dato, cada letra, cada significado. Corrijo el original hasta pulirle las esquinas, los bordes, las aristas. Hasta hacerlo suave para que no se enganche, para que resbale. Para que sepa como sabe un sable, sin mentar cortes, ni roces, ni sangre. Ando con alzas, con zuecos de callos (del verbo callar), y hago de mi harapo un sayo. Esto es siempre un ensayo, un paso en falso, nadar a ciegas en un remanso, lleno de lodo, de barro, de fango. Ahora diferencio entre poza termal y arenas movedizas, antes era todo asfalto, rutas urbanitas. Pero era un perro joven, en una madriguera, al calor de la hoguera, al calor de la manada, tenía todo... sin nada. Y ahora aprecio la nada, la mochila vacía, sin llaves de casa. La libertad de una pradera con mil madrigueras y sus mil salidas, donde el precio por vivir es la vida.

Gracias, y hasta pronto MaestroZen